Lo admito, mi memoria es terrible. Ya lo intuí en mi paso por el instituto, pero cuando más lo noté fue en el “cambio” de carrera de Química a Bioquímica. Aunque en ambas carreras tenía que memorizar conceptos, en la Química muchas veces podía aprobar un examen sabiendo las ideas básicas y deduciendo el resto, pero en Bioquímica la memoria juega un papel fundamental. Sin ningún tipo de base previa me vi peleándome con recordar de memoria todas las rutas metabólicas de la célula, y diferentes nombres de orgánulos, proteínas, etc. Supongo que sería incapaz de hacer una carrera de letras.
Las rutas metabólicas (una enorme cantidad de proteínas y moléculas que se producen y destruyen mientras las células de tu cuerpo intentan degradar el alimento o construir moléculas nuevas) eran la peor parte. A lo largo de la asignatura debíamos memorizar, sin exagerar, hasta 100 nombres en el orden adecuado. Un hueso duro de roer.

Para el examen me propuse diferentes estrategias, desde cantar los nombres en orden hasta repetirlos en voz alta. Al final el mejor sistema para mí (acabé aprobando) fue memorizar posters. En dos cartulinas DINA-2 escribí y dibujé todos los compuestos (unidos por flechas y en diferentes colores según la ruta). Dediqué media semana a trasladar todos los apuntes al poster, y luego durante semana y media (y hasta horas antes del examen) solo observaba el poster. No era necesario repetir cada palabra en mi cabeza, si era capaz de “ver” el poster con los ojos cerrados era capaz de leerlo. Por supuesto tuve que pasar por la vergüenza de ir a la biblioteca con dos cartulinas gigantes llenas de esquemas.
Ahora, cuando recuerdo esta anécdota, entiendo que sin querer hice mi propia versión bidimensional de una técnica nmemonística conocida y usada desde la antigua Grecia, un palacio mental. En este artículo explicaremos las bases de esta técnica, los mitos a su alrededor y hablaremos de la neurociencia escondida en este proceso. Hablaremos de Premios Nobel, Sherlock Holmes y listas de la compra en un solo texto.
Como ya he dicho, la técnica del palacio mental (conocida originalmente como método de loci) es una técnica de memorización bastante antigua. Todos los que hablan de esta técnica siempre mencionan la leyenda de Simónides como su primera aplicación. Cicerón relata en una de sus historias (que dicho sea de paso, algunas rozan la fantasia) que el poeta Simonides de Ceos fue invitado a un banquete en el palacio de Scopas para recitar algunos poemas sobre diferentes dioses. En un momento dado de la velada le informaron de que dos jóvenes le esperaban a la salida de la mansión para hablar con él. Cuando salió del palacio, este se derrumbó matando a la gente en su interior. Simónides pudo recordar dónde estaba todo el mundo en el momento del derrumbe, permitiendo identificar a los cadáveres y ayudar a excavar en el sitio adecuado.
Posteriormente, el método de loci fue bastante usado a la hora de mantener una tradición oral, como cuentos o leyendas. Hasta hace unos pocos centenares de años, el papel era un bien escaso y muchas veces no merecía la pena gastarlo en anotaciones o cuentos, por lo que las técnicas de memorización eran especialmente populares incluso en las escuelas. Posteriormente, con el aumento de la posibilidad de poder conseguir papel barato (y más aun con la llegada de la tecnología) no necesitamos entrenar tanto nuestra memoria, por lo que estas técnicas efectivas y entrenadas cayeron en desuso con el tiempo. Actualmente hay un renacimiento de este tipo de técnicas gracias a los campeonatos de memoria, en los cuales diferentes personas se enfrentan para coronarse como la persona con más memoria del mundo (durante ese año). Por si tienes curiosidad, el campeón de 2014 es el español Miguel Ángel Vergara, que fue capaz de decir de memoria el orden de 31 decimales aleatorios durante un segundo. (Y no debería decirlo, pero sí, los magos también conocemos estas técnicas para memorizar el orden entero de una baraja y abrir posibilidades a nuevos efectos).
Curiosamente, en la serie de televisión Sherlock se ha atribuido a Sherlock Holmes la capacidad de usar un palacio mental y hace uso de ello en varias ocasiones. Sin embargo, Arthur Conan Doyle nunca hizo referencia a esta técnica en ninguna de sus novelas. Únicamente en Estudio en Escarlata, Sherlock comenta que el cerebro es un ático vacío que debe ser rellenado de información útil, desechando lo inútil (por eso, el personaje de Sherlock Holmes tiene carencias de conocimiento como que la Tierra gira alrededor del Sol, aunque a cambio sepa calcular la velocidad de descomposición de un cuerpo humano).
Supongo que a estas alturas quieres probar el método por ti mismo. Aquí tienes los conceptos básicos:
-
Primero, necesitas crear tu palacio. Escoge un sitio que tenga varias estancias claramente definidas (normalmente para la primera vez lo mejor es usar tu propia casa, aunque varios estudios han comprobado que cualquier sitio vale, incluso imaginario).
-
Memoriza cada sitio de tu palacio mental. Es importante que hagas el mismo recorrido siempre, para evitar bloqueos. Visualízate andando, empezando en la cocina (por ejemplo) y sigue por cada habitación. Durante una semana aproximadamente (el método requiere tiempo) dedica una vez al día a recorrer tu palacio mental vacío, tal y como es.
-
Una vez tengas controlada la ruta, ya puedes usar tu palacio mental. Imagina una secuencia de 5 cosas que debas recordar (pan, leche, refresco, carne, huevos) y luego imagina que recorres tu casa en orden, por ejemplo, cocina, recibidor, salón, habitación grande, habitación pequeña. Debes recorrer tu palacio en ese orden situando los objetos en cada habitación. En la cocina sitúa el pan, en el recibidor la leche (o un concepto asociable, como una vaca siendo ordeñada), el logo del refresco en el salón, un cerdo en una de las habitaciones y gallinas en la otra. Cuanto más chocante sea la imagen que sitúes en tu palacio, más destacará y recordarás mejor los conceptos.
-
Para “borrar” los objetos del palacio, simplemente vuelve a repetir la ruta vacía varias veces.
Como ves, la técnica de loci requiere tiempo y una serie de conceptos que merezca la pena recordar, cómo una lista de conceptos para preparar una oposición o las (malditas) rutas metabólicas (aunque recuerda prepararte con mucha antelación para que funcione). Una vez tengas más habilidad, podrás usar el palacio mental más a menudo.
El método de loci se basa en un simple hecho: recordamos mejor lugares que conceptos abstractos. Si cierras los ojos en este momento y te concentras, veras que eres capaz de recordar el lugar en el que te encuentras. No te ha hecho falta memorizar nada de manera voluntaria, sin embargo, sabes la forma que tiene la habitación en la que te encuentras, o la gente y objetos que tienes alrededor. Esto se produce gracias a la memoria espacial, una memoria diferente a la que estamos acostumbrados a hablar, y que es la más famosa: la memoria episódica, basada en recordar “episodios” de nuestra vida, como anécdotas o los nombres de nuestros amigos. En cambio, la memoria espacial se basa en recordar rutas y lugares, como dónde esta nuestra casa, o qué tenemos alrededor. Verás que este tipo de memoria es bastante socorrida cuando vas por tu casa a oscuras y no chocas contra nada.
A pesar de que la memoria espacial y la memoria episódica estén especializadas en recordar cosas diferentes, a nivel neurológico tienen muchas áreas cerebrales participando en común. Una de las principales es una estructura con forma de caballito de mar llamada hipocampo, lo cual lleva a un dilema interesante. Ya que a día de hoy, nadie está seguro del todo de para qué sirve el hipocampo.
Inicialmente el hipocampo era la estructura clave para la formación de memoria debido al caso de Henry Molaison (conocido como HM), un paciente al que se le extrajeron los dos hipocampos y perdió la capacidad de generar nuevos recuerdos, aunque conservando los antiguos. Para HM cada día era el mismo y solo recordaba cosas anteriores a la operación. Los científicos comprendieron que el hipocampo debía estar relacionado con la formación de nuevos recuerdos, aunque no con su almacenamiento. Sin embargo, en 1971 se descubrió que el hipocampo tenía neuronas que reaccionaban con la localización espacial, y algunos estudios mostraron que los taxistas (que son especialmente buenos en memoria espacial) tenían unos hipocampos más grandes que el resto de personas. Los estudios sobre la sensibilidad de las neuronas del hipocampo en el espacio ganaron el Premio Nobel de Fisiología este año. Así pues, parece que el hipocampo se encarga de la memoria pero también de la orientación espacial. Para rizar más el rizo, se ha observado mediante resonancia que al utilizar un palacio mental para recordar conceptos activamos especialmente el hipocampo. Quizá esta unión de funciones memoria/espacio que se produce en esta estructura sea la causa de que el método del palacio mental sea tan efectivo como dicen.
El palacio mental también puede ser usado para olvidar. A.R. Luria habla en su libro Pequeño libro de una gran memoria sobre el paciente S, un hombre con hipermnesia, capaz de recordar todos los conceptos que iba viendo a lo largo de su vida. S descubrió por sí mismo que la técnica del palacio mental podía ser usada para olvidar si situaba los términos o los conceptos en lugares muy oscuros e inaccesibles. Aún nadie entiende cómo era capaz de hacerlo, pero al menos le funcionaba.
Ya sea para recordar u olvidar, la técnica del palacio mental puede ser una curiosa técnica si necesitas memorizar algo especialmente bien y tienes tiempo para jugar con ello. Con suerte puedes presentarte al próximo campeonato de memoria y ganar. Y ni siquiera necesitas hacer gestos tan extravagantes como Sherlock ni llevarte dos posters a la biblioteca. ¿Aunque hoy en día para qué sirve tener una gran memoria, más allá de para jugar al Trivial?
mayo 7, 2015 at 2:55 pm
También hay aplicaciones para mejorar tu memoria como esta https://play.google.com/store/apps/details?id=com.appndroide.memorychampionship
junio 24, 2015 at 2:52 pm
Cuando era pequeña le temía a la oscuridad, porque a oscuras mi imaginación se disparaba. Recuerdo una noche en la que me estaba acosando una idea aterradora, una imagen quizá. No lo sé con certeza, porque hice lo siguiente: con los ojos muy apretados, imaginé que ponía eso que me daba miedo en un papel, lo doblaba y el papel se iba volando. Y realmente olvidé en el acto lo que fuera.
También recuerdo sentir un poco de desazón, porque sorprendida de que hubiese funcionado, intenté recordar qué era lo que había puesto en el papel y ya no pude. Se había borrado.
Ahora de mayor no soy tan lista, ;)))
Felicidades por tu blog, apasionantes temas, exquisitamente tratados.
Un saludo
diciembre 13, 2016 at 5:37 pm
Serviría para ayudarte a aprobar la carrera de derecho. 😛